martes, 6 de marzo de 2018

Politica natalista de China

El control de la natalidad ha sido tema central del Estado desde el año de la Revolución China, 1949. En esos tiempos, se veía como síntoma positivo que China tuviera una población numerosa. Tenían la consigna que la producción laboral sumada a la gesta revolucionaria podía resolver el problema de alimentar a la población.
Hasta el año 1972, no se volvió a hablar del control de la natalidad. Ese año el gobierno intentó imponer las primeras medidas del control del aumento de la población. Se estableció una sección especial para este tema en las comisarías urbanas, mientras que se enviaban consejeros médicos y anticonceptivos a las zonas rurales de China.

A finales de los años 70 China, el país más poblado del mundo, que en décadas anteriores y bajo la batuta de Mao Zedong fomentó altos índices de natalidad, cambió diametralmente su política demográfica y prohibió a la mayor parte de las familias que tuvieran más de un hijo.
Tras la muerte de Mao en 1976 y de acuerdo con las nuevas teorías que preconizaban grandes desastres como consecuencia de la superpoblación mundial, China comenzó a lanzar estrictas medidas de planificación familiar que comenzaron con un límite de dos hijos por pareja y en 1979 se redujeron a un solo vástago.

En todo caso, para el régimen esta política nace oficialmente el 25 de setiembre de 1980, cuando una circular del Partido Comunista de China ordenaba a los miembros de esa formación y a los de la afín Liga de la Juventud Comunista que tuvieran solo un hijo, una norma que después se aplicaría a toda la población nacional.
La medida buscaba aliviar los problemas sociales y ambientales de China. De no haberse impuesto, hoy en China vivirían unos 300 millones más de personas. Esta norma afectaba a casi un tercio de la población, pues no tocaba a las minorías ni a las parejas que residían en zonas agrícolas.
el propio régimen comunista admitió que la política del hijo único tuvo también efectos negativos, como el envejecimiento de la población, que ha llevado al país asiático a considerar la posibilidad de elevar la edad de jubilación, que suele rondar los 60 años en los hombres y los 50 en las mujeres.
Consecuencias:
  •  Las estrictas medidas aumentaron los abortos selectivos y los abandonos de niñas por familias que preferían tener un hijo varón, lo que desencadenó otros problemas, como el desequilibrio de sexos o el tráfico de bebés y esposas (en algunos pueblos apenas hay mujeres debido a la citada preferencia por tener chicos y no chicas).
  •  Algunos efectos secundarios han sido considerados incluso violaciones de los derechos humanos, tales como la aplicación de esterilizaciones y abortos forzosos (a veces con la gestación muy avanzada) a matrimonios que se saltaron la ley.
  • Además la política fue considerada por muchos un tanto clasista, ya que las multas por tener más de un hijo -en general equivalentes a un año de ingresos, aunque varían según la ciudad- son muy elevadas para personas de clase baja pero son llevaderas por los ricos, por lo que muchos de ellos se saltan la ley.
La propuesta de dos hijos como solución  al envejecimiento fue dada por la Academia de Ciencias Sociales de China.  Según datos demográficos, cada mujer tiene en el país menos de 1,6 hijos, cuando hace falta una cuota de 2,1 para llegar a una estabilidad.

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